¿Para qué existimos?
Un viaje a la existencia cosmológica
La existencia humana es un hecho notable dentro del proceso universal. Resulta curioso que seamos los únicos seres en el universo que vivamos tan poco, nuestra naturaleza biológica nos hace sumamente vulnerables, parece casi un castigo divino que estemos condenados a vivir tan poco tiempo en este espacio galáctico, mientras que todo lo demás a nuestro alrededor es casi inmortal. Analicemos esto así: la luna lleva millones de años existiendo, el hombre de las cavernas vio la luna que usted y yo vemos, Alejandro Magno vio esta misma luna que hoy mis ojos ven, Simón Bolívar, Neruda, Galileo Galilei, todos los seres humanos que han existido en el universo tenemos en común que hemos visto la misma luna, el mismo sol, las mismas estrellas, las mismas formas de nuestro cielo nocturno, las mismas montañas, los mismos amaneceres; con algún cambio, los mismos ríos y los mismo océanos.
Sin embargo, lo único que va mudando, va cambiando, somos nosotros; curiosamente los únicos seres de todos los nombrados que pueden tener conciencia de su propia existencia. Aun así, es un castigo que seamos tan perecederos, que nuestra vida sea tan corta, que no alcancemos a vivir más de mil años, millones de años, y que mientras todo a nuestro alrededor se mantiene incólume e inamovible, nosotros tristemente nos sequemos de la noche a la mañana. Rápidamente vamos caminando hacia nuestro final, no nos damos cuenta pero ya mi generación, aquella con la que gocé tanto, de divertidas fiestas y salidas y risas, aquella con la que me divertí tanto, ha envejecido, hoy ya son jóvenes adultos que avanzan inexorablemente hacia su muerte. Lo mismo pasará con la generación actual, lo mismo vivirán los seres que vendrán.
Y es que una de las grandes falencias de la humanidad ha sido precisamente nuestra corta vida ¿Qué hubiese pasado si los grandes genios hubiesen sido inmortales? quizás si no hubiese muerto Leonardo Davinci, Galileo Galilei, los grandes de la historia (me refiero a los genios) Einstein, Hawking, Bohr, Newton, entre otros. A estas alturas ya habríamos alcanzado un grado de civilización más avanzado, a lo mejor ya viviéramos en paz unos con los otros, las guerras fueran cuestión del pasado y la muerte fuera un concepto obviamente desconocido, hubiésemos a lo mejor alcanzado las estrellas y nos hubiésemos esparcido por el cosmos con fantásticas naves intergalácticas, etc. Pero no, todo ser vivo muere y debe traspasar su carga genética a la siguiente generación y quizás los conocimientos; pero, no las ideas, no la forma de ver el universo, no los conceptos propios que guiaron sus pasos y han guiado a cada científico hacia la gloria del saber; esto, no se puede transmitir, no se puede traspasar. Algunas ideas de Davinci, algunos datos de Newton traspasaron su vida física, no obstante su genialidad jamás volverá a recorrer el cosmos y su forma de ver las cosas y el universo jamás volverá a ser visto igual. Y aunque pueda que vengan genios mejores, y surja otro Galileo Galilei, los siglos de historia que nos separan de él, jamás serán recuperados y significarán todos, años y años de verdadera pérdida de crecimiento y desarrollo para la humanidad. Por lo tanto, es indudable que la muerte sea la gran limitante de la humanidad, y a falta de una mejor expresión: pienso, que es el enemigo a vencer.
Aunque, también parece ser que la muerte es el gran catalizador del ser humano, y desde una perspectiva negativa, pues quizás también es el que nos ha aliviado y evitado que monstruos como: Mao Zedong, Stalin, Fidel Castro vivieran para siempre y esclavizaran a la humanidad. Quizás hoy en día aún fuéramos esclavos de Iván el Terrible o de Alejandro Magno o cualquier otro megalómano antisocial de los que la humanidad ha conocido a lo largo de los siglos. No obstante, suponiendo un mundo mejor, preguntémonos ¿Qué sería de la humanidad si viviéramos más tiempo? Si nuestra estancia no estuviera tan limitada biológicamente y que pudiéramos vivir para siempre o por lo menos un millón de años fuera el límite de nuestra existencia. A lo mejor así pudiéramos competir con los astros por un lugar en el universo. Siendo criaturas eternas nos viéramos quizás más motivados a lograr una vida más cómoda, a tener mayores progresos, si vamos a estar tanto tiempo aquí, más vale que valga la pena. Porque afrontémoslo, gran parte de la falta de interés en un mundo mejor es el conocimiento propio de nuestra vulnerabilidad, así que nos conformamos por vivir este espacio de tiempo bien. Por ejemplo, no nos importa la contaminación del planeta porque nuestros ojos no verán las consecuencias nefastas, del mismo modo no nos interesa acabar con el hambre del mundo, solo nos interesa que el momento económico propio que vivamos sea bueno para nosotros en el aquí y en el ahora. No obstante, si fuéramos eternos pensáramos en el mañana como algo que sí viviéramos y no como algo que será problemas de otros totalmente y por lo tanto poco o nada hacemos por el mañana.
Quizás ya hubiésemos logrado vivir en la Luna, en Marte, en alguna luna de Júpiter. A lo mejor, tuviéramos a nuestra disposición mucha tecnología, Einstein hubiese logrado la fusión en frío, tuviéramos fuentes de combustibles nucleares no perjudiciales para nuestro planeta, ya tuviéramos el soñado teletransportador o el transmutador y otras maravillas que sabemos no existirán por los próximos cien mil años. Partiendo de eso, la muerte resulta ser de una forma u otra un gran freno para el desarrollo en cualquier dirección de la humanidad. Sin embargo, vale preguntarse ¿Qué es la muerte? ¿Qué significa dejar de existir? ¿Qué implicaciones conlleva? Para ello, toca preguntarnos primero ¿Qué es vivir? ¿Qué es existir? ¿Cómo saber si existimos? Pudiéramos pensar que todas estas preguntas son vagas y sin sentido, sin embargo, tratemos de respondernos algunas; encontraremos que no es tan fácil como creíamos.
Primero ¿Qué es vivir? (spoiler, si sigue leyendo es probable que no vuelva a ser el mismo; queda a riesgo suyo)
Es acaso el acto de mero existir, donde radica la vida, donde termina y dónde comienza. Existen varias teorías, la primera es científica, la vida comienza desde el mismo momento en que una célula orgánica animal o vegetal comienza a existir, ya para la ciencia es vida. Sin embargo, para nosotros una señal de vida, no es necesariamente vida como la queremos retratar. Si no, que lo que deseamos realmente saber ¿es para qué vivimos? ¿Cuál es la razón de nuestro existir? La ciencia sólo nos dice que somos el resultado evolutivo de un proceso que comenzó hace unos 500 millones de años desde que la tierra reunió las condiciones necesarias para permitir que la vida biológica comenzará a formarse. No obstante, esto no nos dice para qué existimos, cuál es nuestro propósito o si quiera ¿Tenemos un propósito? La respuesta quizás nos asuste, porque la ciencia no nos responde a esta inquietud satisfactoriamente, si no que abre una respuesta que pudiera preocuparnos a todos: existe la posibilidad de que no tengamos un propósito, de que le seamos total y absolutamente indiferentes al universo. Y esta respuesta es tan avasallante como cautivante y a la vez desmotivante. No encuentro lógica, en qué organismos tan finamente especializados, con un cerebro que ha evolucionado hasta tener conciencia y estar consciente de sí mismo, no tenga ningún propósito más allá que sólo existir. Eso lo hicieron los dinosaurios y lo hacen los ácaros que se comen tu piel en este momento. No hay sentido, en una vida sin sentido, valga la redundancia hecha a propósito. Pero lo que quiero decir es: los dinosaurios existieron y jamás supieron que estaban existiendo, y existieron por millones de años, aun así hoy solo son piezas de piedra, yo me pregunto ¿Para que una vida así? Para qué vivir por solo existir o existir para solo vivir.
No, la verdad, debe haber un propósito más profundo para nuestra existencia, solo que aún no lo sabemos. Por algún extraño azar del destino, solo somos seres que avanzamos hacia nuestra muerte sin percatarnos aún de para qué vivimos. Lo que hace nuestra existencia un calvario más que doloroso, yo diría: muy triste. Se me cruza por la mente otra idea, ¿Y si los animales tienen conciencia de sí mismos? solo que a un nivel muy bajo. El problema aquí es que no podemos saber cómo piensa un pollo o un perro ni mucho menos como pensaban los dinosaurios. Pero, y sí, si tienen conciencia solo que a un nivel muy bajo; su vida fuera más dolorosa, por que ellos verían pasar sus existencias a merced de una especie dominante, nosotros. Lo que me lleva a la siguiente pregunta ¿Y si lo mismo pasa con nosotros? Es decir, si creemos estar en la cima de la conciencia, pero hay otros seres para los que somos seres sin conciencia y nos ven como nosotros vemos una mascota o un dinosaurio extinto. Las leyes de la probabilidad dicen que deben existir más seres en el universo e incluso seres más inteligentes que nosotros serían los únicos capaces de visitarnos; puesto que ellos tendrían la tecnología para ir y venir de sus galaxias, mientras que nosotros solo hemos llegado a nuestra luna (si acaso). ¿Tendrían estos seres más conciencia que nosotros? ¿Ellos si conocerán el secreto de la existencia?
Con lo anterior, solo intento decir lo siguiente: será que no sabemos para qué existimos porque no estamos al nivel de conciencia necesario para lograr descubrirlo. Entonces, lo que nos falta es más desarrollo. Lo que nos lleva a la limitante mencionada anteriormente: la muerte. Lo que me traslada inexorablemente a la siguiente conclusión: mientras sigamos muriendo estamos destinados a solo existir. O ¿Es la muerte el sello que garantiza que nunca sepamos para qué existimos? y es exactamente la muerte la que nos mantiene en la oscuridad del desconocimiento supremo de: para qué existimos. Si es así, vencer la muerte se convierte en un objetivo ya no solo de naturaleza física, sino espiritual. ¿Sería este el verdadero castigo por la desobediencia del hombre mencionada en Génesis 3? ¿Estamos condenados a no saber para qué existimos por los siglos de los siglos? O, alcanzar ese conocimiento supremo es algo para un plano diferente a este. ¿Será esta la recompensa prometida por la biblia? La cual promete existencia eterna. ¿es este el propósito de la vida eterna realmente? Conocer para qué fuimos creados y para qué existimos y evolucionamos. De ser asi, parece ser la muerte la respuesta, parecer ser que solo muriendo podemos avanzar en nuestro destino. Por lo tanto, la muerte es la que nos limita y a la vez nos libera, es decir, por lo menos en teoría tendriamos claro el proposito de la muerte: limitar nuestra existencia para poder avanzar a otro nivel de conciencia donde si sabremos para que existimos.
Si lo anterior es cierto, entonces ya tenemos parcialmente una respuesta sobre el para qué de nuestra existencia. Existimos para alcanzar un nuevo estadio de existencia no limitado por la muerte. O sea, parcialmente nuestra existencia se limita a esperar la muerte para avanzar hacia otra dimensión. Lo sé, la respuesta es más que incongruente desde muchos focos existencialistas, sin embargo, creo que más de un religioso de varias religiones me apoyaría en esto ¿No es precisamente esto lo que nos prometen todas las religiones? Las cuales por muchos años han insistido en el desprendimiento de este mundo material y la comprensión del mismo como algo efímero, en espera de algo más duradero. Si es así, hemos desentrañado siglos de enseñanza y fe religiosa. Aunque se, que desde la óptica científica esto no tenga el más mínimo sentido. No obstante, una existencia pasajera, por un universo tan enorme que solo podemos ver a la distancia sin tener la vida suficiente para poder comprenderlo ni recorrerlo, y aceptar que somos polvo indiferente para el mismo universo, tampoco parece una respuesta muy alentadora y sin embargo es lo único que la ciencia parece indicarnos. Aquí, queda abierta la posibilidad, usted elija qué creer, indiferentemente de su decisión, quedará igual de perplejo. Por lo que decidir se hace un acto inoficioso, pues hemos establecido que uno y otro son igual de desesperanzadores para esta corta vida terrenal.
Con lo anterior, también se valida un concepto muy propio de las religiones y que también es apoyado por la ciencia, y será este el punto convergente entre la ciencia y religión en este escamoso tema que hemos sigilosamente explorado: Parece ser, que la mejor forma de vivir es disfrutando nuestro paso por este espacio y este tiempo, por que es corto, es pasajero y jamás llegaremos a comprenderlo del todo, es solo parte de un viaje, es el momento en que el avión pasa por una nube; solo veamos la nube y disfrutemos la altura y las emociones que estos nos proporcione. Perder el tiempo estudiando la altura, profundidad y dimensión de la nube será absolutamente superfluo. sin lugar a dudas, ineficaz. Nos perderemos el viaje si solo nos dedicamos a comprenderlo.
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